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1.2


En cuanto entro a su habitación, una estancia dominada por la entropía, colores oscuros  e innumerables  cúmulos de ropa con una olor más que acidulado, sintió un irrefrenable impulso de beber un trago de la botella de vodka escondida dentro de una caja de zapatos en el fondo de su armario empotrado. En cuanto el fuego se deslizo por su garganta se sintió mucho más tranquila. ¿Quien sabe? Dicen que el dolor quita el dolor. Ella solo quería olvidar, olvidar todo. Que su vida no significaba nada, que estaba atrapada, que había días en los que no sentía nada.
Los variados e inservibles especialistas, psicólogos, psicoanalistas, terapeutas,.. no habían hecho nada por ella. Nada, una palabra que se repetía  en numerosas ocasiones en su vida.
¿Qué creían ellos?¿qué a ella solo le interesaba el momentáneo y fugaz placer que provocaban toda aquellas clases de adicciones? Quizás se equivocaran  y lo que ella quisiera fuera sufrir. Sentir el dolor. En un bar, alguien le dijo una vez que no sentir nada era mejor que sentir dolor y ella solo pudo reírse en su cara, coger su botella de cerveza y sus pastillas y decirle que le faltaba mucho por vivir. Justo como pensaba hacer en ese instante, solo que sin su botella de cerveza y largándose de su casa.

Capitulo 1

  
TIN. Sonó el reloj del horno. Las galletas ya debían estar listas, así que se incorporó y se dirigió a la cocina desde el amplio salón. Su casa era bastante grande, pero no lo suficiente como para que tuviera que contratar un servicio para limpiarla.  Se trataba de un moderno caserón de dos plantas, pero de estilo bastante minimalista. Si obviamos eso sí, la inmensa cantidad de fotos y recuerdos de viajes, vacaciones y encuentros que eran desperdigados sin orden alguno por las paredes y muebles de la casa. Tapices de la india, máscaras africanas, baldosas de estilo mejicano traídas desde el mismo estado de Chihuaha, bellos y extraños frascos con fragancias de Estambul e Iraq... Y por supuesto, lo más personal de la casa, fotografías de viajes, de la abuelos en su velero a las costas de Isla Negra, de las niñas en su primer día de escuela, de la mama y el papa el día anterior a la muerte de este, de Zeudí con el poeta,...

Rápidamente se apresuro a sacarlas del horno con su guante acolchado colmado de pingüinos y papa noeles sonrientes, un regalo de su madre de varias navidades atrás. Reparó entonces en que el olor que despedían sus galletas era extrañamente semejante al de su gloss de labios sabor vainilla, excluyendo el hecho de que las galletas eran de chocolate y ni llevaban pizca de ella.

Así, a pesar de que todavía estuvieran calientes, extrajo el bol de las galletas de uno de los estantes superiores de la cocina y las deposito allí con ayuda de una cuchara, para que todas ellas no se dirigieran  a los márgenes del bol y concluyeran esparciéndose en muro de la cocina. Algo que le exasperaba intensamente, aunque no sabía porqué.

-Zeudí. ¿Has visto a Batú? No lo encuentro y la abuela dice que no lo vio desde la mañana.-Comento inquisitivamente Tania.

 El abuelo de las hermanas acostumbraba a desaparecer por largos períodos de tiempo en el día, usanza a la que ya se había acostumbrado la familia, ya que Batú siempre regresaba antes de la hora de cenar  y, a pesar de que todos se preguntaban por dichas salidas Batú no especificaba nada, así que a base temple, consiguió que los demás dejaran de inquirirle.

Lo que no revelaba Batú era que pasaba mucho tiempo en compañía de un piano y varios músicos de jazz  que tanto le recordaban a su infancia en Puerto Rico, donde había  crecido en el seno de una familia aristócrata enriquecida por la exportación del café. Des esta forma, había tenido la oportunidad de adquirir entre otras cosas, un gran gusto por la música, el mar y por el mofongo caribeño, un plato típico a base de plátanos y a desarrollar una profunda apatía por el café.
-No. Se despidió por la mañana, pero  no tuve tiempo de preguntarle, además hubiera sido inútil cualquier intento de averiguar algo.- respondió ante su estrambótica hermana, que en ese momento llevaba una turbante indio de lunares con flores y caireles.-¿Sabes que? Que más da. Mira hice galletas. Voy a salir.

Dejo todo en su lugar,  la losa enjuagada y recogida, las galletas en su bol. Se quito los guantes y suplico para pedir un segundo de tranquilidad en esa casa.

-¿Otra vez?¿A que hora volverás?- De nuevo, su hermana. ¿Qué le importaba a ella, o mejor, a su familia, lo que decidiera hacer con su vida o su cuerpo? Hacía mucho que habían perdido el derecho a saberlo.

Por eso decidió continuar, sin voltearse y subir las escaleras hacia el piso superior corriendo en dirección a su habitación.


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Corto, pero así es mi inspiración. Por ahora publicare capitulos introductorios, pero en fragmentos.Los iento

...En definición [Prólogo]

Supongo que para empezar debería decir algo de mi. Ni siquiera se lo que hago aquí, ni porque escribo esto. Solo que ahora lo estoy haciendo. Mentira. Todo mentira. Eso es algo habitual en mí. Si se lo que hago aquí, (al menos tengo una vaga idea de ello) Y también por que hago esto. Si, antes de todo, supongo que quien quiera que lea esto, debería saber ante todo que se halla ante la tía más estúpida que he conocido a nunca. Si ¡felicidades se trata de mi misma! Ya, ya se, no tengo un alto concepto de mi. Pero que más da.

¿Qué por qué estoy aquí? Pues bien , para empezar, estoy aquí porque no se quién soy, porque con la excusa de descubrirlo, emprendí mil viajes en mi fantasía, y alguno escaso en la realidad, sí, lo de siempre. Todo lo que quiero se queda en nada. En fin, es plausible pensar que mi vida a sido una constante huida, ”en busca de la salida de emergencia” Inevitablemente, he llegado a la conclusión que soy una cobarde disfrazada de valiente que se mueve por imponentes suspiros de extrema brevedad y tal vez esto me lleva a cometer demasiados errores. Sin embargo, y por extraño que parezca intentando no caer en contradicciones, diré que no soy para nada una persona pasional. Todo lo contrario. ¿Pero que estoy farfullando? Veis como soy imbécil. Si ni siquiera sé como soy. Para  la mayoría de la gente soy una persona dura, y critica, a veces casi cínica, y si reconozco que  hay personas a las que me gusta hacer daño aposta.

En cuanto a por que escribo esto, pues porque ahora mismo no tengo nada más que hacer que mirar por el ventanal de este aeropuerto desde un cutre e incomodo banco de la Terminal internacional. Bueno, también puedo escudriñar a cada uno de los supuestos pasajeros que se hallan a mi lado. Sin ir más lejos, tres metros y dos maletas a mi izquieda, nos podemos encontrar con un hombre tal vez de mediana edad, extremadamente acicalado que mira su reloj, concretamente un rolex. Podría asegurar que un Prince de 1925. Bastante valioso para alguien como yo, pero una miseria comparados con otros. Ya se que puede resultar curioso que alguien como yo sepa todo esto, en fin, os tendréis que complacer con saber que mi abuela sentía gran pasión por estos relojes. Sin embargo, donde verdaderamente aprendí sobre esto fue en la calle.






Amnisty

I realized there's no end inside
Yet still I'll wait
For you to see the light
 
                                                                             I'll be waiting -Lenny Kravitz 

Mi primera entrada dedicada a este magnifíco músico que hace que mil percusiones suenen en mi cuerpo al escuchar una canción suya. 

Todavía no se que saldrá de aquí, ni si le escribo a alguien. Solo que empece esto, y ya veremos como acaba.


                                                                   Att:
                                                                                               La chica que sueña despierta en cualquier rincón.