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1.2


En cuanto entro a su habitación, una estancia dominada por la entropía, colores oscuros  e innumerables  cúmulos de ropa con una olor más que acidulado, sintió un irrefrenable impulso de beber un trago de la botella de vodka escondida dentro de una caja de zapatos en el fondo de su armario empotrado. En cuanto el fuego se deslizo por su garganta se sintió mucho más tranquila. ¿Quien sabe? Dicen que el dolor quita el dolor. Ella solo quería olvidar, olvidar todo. Que su vida no significaba nada, que estaba atrapada, que había días en los que no sentía nada.
Los variados e inservibles especialistas, psicólogos, psicoanalistas, terapeutas,.. no habían hecho nada por ella. Nada, una palabra que se repetía  en numerosas ocasiones en su vida.
¿Qué creían ellos?¿qué a ella solo le interesaba el momentáneo y fugaz placer que provocaban toda aquellas clases de adicciones? Quizás se equivocaran  y lo que ella quisiera fuera sufrir. Sentir el dolor. En un bar, alguien le dijo una vez que no sentir nada era mejor que sentir dolor y ella solo pudo reírse en su cara, coger su botella de cerveza y sus pastillas y decirle que le faltaba mucho por vivir. Justo como pensaba hacer en ese instante, solo que sin su botella de cerveza y largándose de su casa.

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